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Este año nos hemos recorrido algunas de las pruebas de larga distancia organizadas por el ejército, subiendo en dificultad tras cada una, así empezamos en abril con la Ruta de las Fortalezas de Cartagena organizada por Infantería de Marina, continuamos en mayo con los 101 km de Ronda de La Legión y finalizamos este mes de junio con el I Ultra Trail organizado por la unidad de Cazadores del Galicia con sede en Jaca.
En el 2011 intenté realizar mi primera ultra precisamente en el Pirineo Aragonés, la de Sobrarbe. Solo tenía la experiencia del maratón de montaña de la isla del hierro, que por aquel entonces no contaba con la posibilidad de hacer una ultra distancia. La organización de Sobrarbe organizaba por primera vez ese recorrido de 65 km y daba 13 horas para realizarlo. Al llegar al kilómetro 50 en el collado de la Cruz de Guardia, cuando ya había realizado las dos ascensiones más importantes y prácticamente sólo debía dejarme caer hasta Plan me retiré.
Los motivos fueron varios, entre ellos que iba el último en carrera y que había estado a punto de despistarme en dos ocasiones y me daba mucho respeto eso de perderme en el Pirineo, pero sin duda el que más influyó fue el que no podía llegar a tiempo al siguiente control y todo el esfuerzo que me quedaba por hacer sería en vano. Luego como la gente se quejó de que el tiempo dado era demasiado escaso ampliaron una hora el margen para llegar a meta (tiempo de 14 horas, que se ha mantenido en las ediciones posteriores) y yo me quedé con cara de tonto y con un sentimiento de haber tirado la toalla antes de tiempo.
Leyendo crónicas de otros corredores en similares circunstancias, la mayoría de ellos hablan de una espina clavada que al año siguiente o en cuanto han podido han ido a sacarse y completar la carrera clamando victoria, no es mi caso. Yo le tengo un cariño especial a la ultra de Sobrarbe, incluso tengo en mi despacho la figurita del GR-19 con la distancia de maratón que si completé. Me sirve para recordar que no siempre se gana en la vida, lo importante es aprender en la derrota, siempre se saca algo que te puede llevar a convertir lo que pintaba como un claro fracaso en un triunfo inesperado.
Desde entonces cuando flaqueo siempre me acuerdo de Sobrarbe y hasta ahora me ha dado fuerzas para terminar las ultras que he ido haciendo y en Cazadores, también me ha servido para no tirar la toalla en un día en el que se fueron complicando bastantes cosas. Creo que algún día volveré a Sobrarbe, pero no a quitarme ninguna espina, sino a disfrutar de nuevo, tal vez tenga todavía alguna cosa que enseñarme.
Siempre que he acudido a una ultra la he realizado acompañado, pero en esta ocasión aunque vamos tres amigos cada cual tiene su ritmo de carrera y la vamos a afrontar en solitario. Salvador tiene un ritmo más fuerte y ni me planteo acompañarlo. Pedro en cambio lleva uno más bajo que el mío, pero nuestras formas de correr son antagónicas, ya que el sube muy bien y baja regular, todo lo contrario a mi, que sufro cuesta arriba y me van bien las bajadas, por lo que tampoco nos planteamos hacerla juntos, ya que se nos haría una eternidad al tener que esperarnos mutuamente según subamos o bajemos. En carrera nos iremos haciendo la goma, él se adelantará en las subidas y yo le pasaré en las bajadas.
La salida es a las 10:00 y dan 24 horas de margen para completar los 96 km y 4.300 m de desnivel positivo. El día se presenta bastante caluroso (se esperan temperaturas por encima de los 30ºC y encima la humedad es alta), así que empezamos a sufrir desde el principio. Salgo acompañando a Salvador los primeros kilómetros, hasta que al comienzo de la primera subida al Rapitán ya le dejo a su ritmo y yo al mío. Al final de la primera bajada tengo la suerte de que al grabar a unos corredores uno de ellos pregunta si es mío un móvil que ha encontrado, que efectivamente se me cayó al sacar la cámara. Más adelante también se me caerían las gafas que otro corredor me recogería, se ve que tenía el día torpón.
Comienzo la segunda subida y en ese momento me pasa Pedro que lleva un ritmo alegre, lo paso en la bajada y él me vuelve a pasar en la siguiente larga subida al Grosín. Cuando vuelvo a pasarle yo en la última bajada antes del cuartel veo que va acompañado de otro corredor. Más adelante ese corredor me alcanza y me dice que Pedro se quiere retirar, supongo que el calor le ha pasado factura, así que le espero para darle ánimos y hacemos un tramo juntos, hasta que me adelanto a falta de un par de kilómetros para llegar al primer punto de corte, situado en 8 horas de carrera en el Cuartel la Victoria en el km 35. Entro en 6 horas 14 minutos y tras avituallarme espero la llegada de Pedro para que no se retire, pero me dice que no se encuentra bien.
Le intento convencer para que siga, aunque la verdad es que yo tampoco me encuentro muy fino, ya que el calor que hemos sufrido hacen que los 35 km recorridos parezcan muchos más y que lo que queda todavía se haga muy cuesta arriba. No tengo claro que vaya a terminar, pero tiro del espíritu de Sobrarbe, no he recorrido España para hacer tan poca distancia, no se si acabaré pero todavía puedo hacer más, así que le digo a Pedro que intente hacer al menos 60 km y que si luego no se ve con fuerzas, que se retire en el avituallamiento de Atarés, pero dice que se queda, así que prosigo solo.
Hace rato que tengo un dolor en el pie que no me deja hacer bien los apoyos y quedan bastantes kilómetros, pero me tomo un antiinflamatorio y de momento aguanto el dolor. En la siguiente subida inesperadamente me pasa Pedro que me dice que en el cuartel se ha recuperado y que prosigue, pienso que lleva un ritmo demasiado fuerte, ya que enseguida lo pierdo en la subida y en la siguiente bajada de 6 km apenas consigo alcanzarle al llegar al avituallamiento de Atarés, donde se hace un bucle y se vuelve a pasar más adelante por segunda vez.
Seguimos juntos un tramo y como siempre en la siguiente subida me vuelve a dejar, así que yo prosigo a un ritmo que se que puedo mantener ya que estamos muy castigados por tantas horas de sol. En la ascensión me encuentro a un corredor delirando por el esfuerzo y que no quiere retirarse, su compañero le esta intentando convencerle y le digo que lo retire como sea. Le comento mi experiencia en la Maratón y Media de Peñagolosa donde tuve que asistir en línea de meta a un corredor cuya vida corrió serio peligro y llama por teléfono para que venga una ambulancia, me pide que me adelante hasta la carretera para indicarles el acceso y cuando estoy llegando viene el personal de la ambulancia por la senda.
Prosigo la subida y al llegar a la carretera me encuentro el coche de los fotógrafos con Pedro sentado, esta vez se retira de verdad, así que me quedo solo en el km 50 y los fotógrafos me piden hacer algunas fotos y me graban en vídeo. En pocos kilómetros llego al Monasterio nuevo de San Juan de la Peña y me da pena que Pedro no haya podido verlo. En la bajada al poco tiempo aparece enclavado en la pared de una gran roca el monasterio viejo y al final de la bajada llego al avituallamiento de Santa Cruz de la Serós un bonito pueblo con una espectacular iglesia románica, esta atardeciendo y por fin el sol nos va a dar una tregua.
Anochece y tiro de frontal, con tan pocos corredores y tantos kilómetros la carrera ya se ha estirado bastante y me pasaré la noche prácticamente solo, pero el ejército ha señalizado tan bien el recorrido que me relajo completamente y disfruto de la benigna temperatura y el cielo estrellado. Por el camino estaré entretenido con todo tipo de bichos alados que salen a mi paso atraídos por la luz del frontal, también veré escarabajos de todos los colores, ciempiés, culebras, sapos, ganado...
Vuelvo a entrar en el en el avituallamiento de Atarés en el km 63, donde se sitúa el segundo y último punto de corte, establecido en 15 horas de carrera. Como llego a las 11 de la noche tengo dos horas de margen, así que aunque todavía queda la ascensión más dura a la Peña Oroel hasta los casi 1.800 m, por primera vez en todo el día veo factible el poder terminar. Dejo en el avituallamiento a unos 6 corredores y prosigo totalmente solo, la noche es cerrada, no se ve nada sin el frontal y llegando a Oroel se ve el en horizonte una tormenta con sus relámpagos. Pienso que ya sería mala suerte morirnos de calor de día y que nos llueva de noche, pero por fortuna la tormenta no nos alcanzará.
Antes de la cima de Oroel paso por lo que parece una pequeña gruta, de la que cae agua por todas partes y me paro un rato a contemplarla a la luz del frontal, supongo que será parte de la ermita de la Virgen de la Cueva, o quedará cerca y luego prosigo la ascensión. Llegando a la cima el viento es fuerte, con la consiguiente caída de la temperatura, por lo que hago un alto para ponerme las mallas largas y el impermeable. Tardo bastante porque tengo que descalzarme y mi maltrecho pie que se ha hinchado (en carrera me tuve que tomar hasta cuatro antiinflamatorios) no quería entrar de nuevo en el zapato, así que mientras tanto me pasan algunos corredores que venían detrás. Cuando llego a la Cruz que marca el km 82 de carrera y me vuelvo, puedo ver los frontales de otros corredores subiendo la Peña.
Ya sólo 14 km me separan de la meta, así que comienzo la bajada por una senda complicada por las raíces que hay en ella y como mi pie ya esta bastante castigado y encima noto que con tanto pisar agua me han salido ampollas del roce, la bajada la hago con precaución, aún así desde la Cruz de Oroel hasta llegar a meta no me adelantaría ningún corredor.
Me tomo un caldo caliente en el último avituallamiento antes de meta y prosigo hasta Jaca, aunque como nos meten por sendas de terreno complicado mis pies no me permiten más que trotar muy suave y a costa de un gran dolor. Me amanece por el camino y cuando finalmente llego a una pista puedo correr sin grandes alegrías pero con mucho menos dolor, nos hacen dar un rodeo por Jaca y entro en meta a las 7 de la mañana, completando la ruta en 21 horas y 8 minutos.
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