Gran Trail de Peñalara 2015

 

Por la distancia, dureza y fecha era una buena carrera como preparación al UTMB que vamos a correr este año, así que mi compañero Pedro y yo acudimos a esta cita para hacer un test de nuestras fortalezas y debilidades en carrera. Se daba la circunstancia de que en 2015 además es Campeonato de España de Ultradistancia por montaña y se notaba con la presencia de grandes corredores como Miguel Heras, que se proclamaría vencedor y figuras de todas las selecciones autonómicas. De mi tierra murciana corredores como Juanjo Larrotcha, que defendía el título de campeón en la categoría de veterano obtenida el año anterior en Peñagolosa y que subió de nuevo al podium con una magnífica segunda posición en esa categoría, también otros grandes corredores de levante como Sebastián Sánchez, que obtuvo el sexto puesto.

 

En cuanto a las chicas ganaría la andaluza Gemma Arenas, a quien seguramente le ayudó la jornada de intenso calor que vivimos. Eché de menos a otras figuras de la tierra como Teresa Nimes, que después de ganar el TDS en 2014 y obtener este año el subcampeonato del mundo de carreras de montaña por equipos en Annecy, andaba ese fin de semana en Italia, en el Lavadero Ultratrail. Pero bueno, a Pedro y a mi en realidad nos preocupaba más bien poco todo este ambiente de primera linea, ya que nosotros veníamos como siempre sin otra ambición que la de terminar la carrera y nos situamos en nuestra posición natural en la parte final de la salida, con el pelotón de cola.



Esa fue una decisión errónea, porque aunque no teníamos prisa, al estar metidos en un Campeonato de España, los tiempos de corte fueron exigentes y cuando bajando Maliciosa nos dimos cuenta de la que se nos venía encima, tuvimos que apretar desde atrás, intentando adelantar gente por sendas estrechas y con poco margen de maniobra. Yo me adelanté y esperaba a Pedro en los avituallamientos, pero no lo veía venir y seguía cuando faltaban unos 15 minutos para el corte, hasta que en el kilómetro 40 me esperé hasta el cierre del control y viendo que Pedro quedaba fuera de carrera, me dispuse a chuparme los 80 km que quedaban a meta en soledad. Ese fue el punto de inflexión que dejó a mucha gente fuera, ya que a partir de allí los tiempos eran más generosos.

 

Muchos corredores se quejaron de los tiempos de corte y la verdad es que en los primeros controles podían haber dado media hora más de margen, porque sobraba con el tiempo de 3 horas para bajar desde el Puerto de la Morcuera hasta Rascafría y por escasos minutos dejaron fuera a muchos populares, como Pedro, que aunque lento es un devora-kilómetros y seguro que de no haberlo eliminado hubiese llegado conmigo a meta. Pero es que este año el conseguir la camiseta de finisher sería más duro que en otras ediciones, no siendo una carrera apta para corredores noveles por varios motivos:

  • Los tiempos de corte obligaban a ir a ritmo desde el principio y en estas carreras siempre hay que ir de menos a más.
  • El calor que hizo durante la jornada, metidos en medio de una ola de calor con alerta naranja.
  • Este año por el anidamiento de un águila o alguna otra rapaz en la zona hubo cambio en el recorrido, pasando dos veces el tramo del risco de los claveles, en la cumbre de Peñalara, el más técnico y exigente de la carrera y nos regalaron algunos kilómetros de más.
  • El cambio horario en la salida, que fue a las doce y media de la noche, con lo que los corredores populares se comieron dos noches.
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Tras descansar unos 40 minutos en Rascafría del ritmo impuesto en el primer tercio de carrera, me dispuse a afrontar lo que sería el tramo más duro, la subida del Puerto del Reventón y luego seguir subiendo al Pico de Peñalara por el difícil tramo de Claveles. El calor a esas horas del día ya apretaba, pero como por Murcia hace tiempo que andamos con esas temperaturas, yo andaba bien aclimatado e hice una buena subida, aunque me faltó agua en el ataque a Claveles, donde el primero de los escobas me pilló, aunque no iba cerrando carrera (creo que era el escoba de los 60 km), ya que en la bajada me crucé con otros corredores que aún subían y ya no volvería a ver ningún escoba.

 

El voluntario que había en el vértice geodésico de la cima de Peñalara me dió un poco de agua, hacía tiempo que la racionaba y noté falta de entreno en altura, por lo que andaba tocado, así que en la bajada incluso veía espejismos, avituallamientos en medio de los árboles o entre cualquier reflejo. Cuando llegué al avituallamiento anterior a La Granja, pude comprobar que a esas alturas no regía bien, ya que muriéndome de sed, saco mi botella para rellenarla y todavía me quedaba un poco del agua que me dio el voluntario. Me paré a ver como respondía, porque una vez deshidratado la carrera podría haber terminado. En ese punto había unos ocho corredores también descansando, con cara de haber pasado la misma sed que yo. Me entró muy bien el agua que bebí y enseguida continué, por suerte la sed no me pasó factura, ese día ser de Murcia era un plus, entreno en altura poco, pero doctorado en 40 a la sombra y más después de lo que nos cayó en la ultra de Costa Rica.

 

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Continué bajando por unas sendas verdes y con bastantes paso de agua hasta llegar sobre las 17:30 a La Granja en el km 81, donde me senté a curar los inicios de ampollas que empezaban a asomar y a tomar una decisión respecto a continuar en carrera. Hasta el momento la cosa había sido bastante dura y todavía quedaba subir el Puerto de Navacerrada y al siguiente avituallamiento llegaría de noche, tenía mis dudas de si podría hacer el punto de corte en lo alto del puerto antes de las 2:30 de la segunda noche y si me retiraba al menos podía descansar para la vuelta al día siguiente. En ese momento pensé en el motivo de hacer esta carrera, que no era otro que entrenar sensaciones para el UTMB y pensé que si me retiraba de una carrera de 115 km, iba a ser un duro golpe psicológico para afrontar otra de 170 km. Empecé a pensar en positivo, en que me iba a venir estupendo hacer como entreno la segunda noche sin dormir y decidí que seguía, que si no llegaba a tiempo al siguiente control pues que no llegaba, pero que yo no me retiraba.

 

Nada más salir de La Granja disfruté la preciosa senda del Rey junto al río Eresma y me alegré de no haberme retirado y anocheció más adelante por el camino. Al llegar a la casa de la pesca sobre el km 94 creo recordar que tenía poco menos de 3 horas para subir el puerto de Navacerrada que se situaba a en el km 106 y a esas alturas cuatro kilómetros por hora con bastante subida me parecían un mundo, pero pensé que no había llegado tan lejos para que me dejasen fuera de carrera arriba, a falta de 10 km de bajada, así que apreté los dientes e hice una subida ayudado con los bastones bastante rápida, adelantando incluso a varios grupos, cuando coroné Navacerrada me sobraba una hora, así que descansé un poco en el último avituallamiento antes de meta, sabiendo que algo muy gordo tendría que pasar para que se torciese el conseguir la ansiada camiseta de finisher.

 

Con el calor del día las noches fueron muy agradables, no necesitando nada de abrigo ni en los altos de los puertos, pero me dieron unos escalofríos, señal del esfuerzo realizado y de que el cuerpo empezaba a pedir tregua, así que la parada fue breve y proseguí hasta meta con un grupo. La guinda del pastel fue una senda pedregosa donde las ampollas se quejaron mucho y luego una pista nos llevaría a meta, donde hicimos una simpática entrada en grupo y para mi sorpresa, Pedro me esperaba a las 3:40 de la madrugada.

 

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