IV Ultra Trail Serra de Tramuntana

A las 12 de la noche ahí estábamos, casi el mismo grupo de corredores que fuimos a Benissa exceptuando alguna baja de última hora y una incorporación, nuestro amigo Javier que afronta su primera ultra. En esta ocasión no iremos todos juntos a meta, nos dividimos en dos grupos, el de primera división que va a hacer tiempo y otro que va a disfrutar de la primavera mallorquina, en el que estamos Javier, Antonio y yo.

 

La carrera comienza y nosotros empezamos desde atrás, cogiendo un ritmo cómodo. Empieza la primera subida que al principio es facilona, pero luego se complica bastante más de lo esperado, con un terreno de piedra incómodo. No hay luna, por lo que dependemos exclusivamente de nuestros frontales y en algún punto tenemos que recular y buscar las señales. Esto va a ser una tónica en varios momentos de la carrera, sobre todo al final, ya que aunque en general la ruta esta bien señalizada, hay sitios en que las señales o bien se han caído o están colocadas más adelante y en ciertos cruces fue difícil seguir el camino.

 

Tras atravesar varias masas forestales llegamos a una senda que por el ruido cercano del mar, intuimos que debe pasar sobre algún acantilado, pienso que es una pena no poder ver nada en una noche tan cerrada, pero un poco más adelante tenemos la suerte de que al ir con la cola de carrera nos amanece justo cuando llegamos a la playa a nivel del mar.

 

Enseguida entramos en el avituallamiento correspondiente, comemos un poco, recargamos agua y nos ponemos en movimiento para encontrarnos con la primera sorpresa desagradable, nada más salir del avituallamiento a unos doscientos metros llegamos a una valla que en ese momento esta cerrando la organización con un candado. Nos quedamos perplejos cuando nos dicen que esta cerrado y que si queremos pasar hay que saltarla. No entendemos nada, hemos pasado el control en tiempo, no han tenido el detalle de esperar a que pasemos para cerrarla (nos tenían a unos metros) y encima he de jugarme el tipo saltando una valla de hierro que termina en puntas de lanza. Aquí perdemos varios minutos buscando una alternativa de paso sin tener que arriesgarnos a saltar la valla, hasta que al final vemos que no hay otra y ya se han acumulado bastantes corredores que también vienen en tiempo y tenemos la suerte (también la organización), de no engancharnos o caernos ninguno.

 

Después de este incidente seguimos la carrera, que nos lleva hasta Valldemossa en el km 48 según mi GPS (45 según la organización), pero en este caso el GPS no se equivoca ya que la carrera tiene 3 km más de los oficialmente anunciados, porque ha habido que modificar el recorrido por problemas de paso en fincas particulares según nos dijeron en una tienda de deportes de Pollensa.

 

Seguimos por una subida que discurre paralela al mar, por lo que las vistas de la Sierra de Tramontana son espectaculares y las disfrutamos, parando a grabar por aquí, una foto por allá... en este tramo nos encontramos a varias personas con problemas, entre ellos una chica con la rodilla tocada y a la que auxiliamos con un poco de reflex, nos dice que puede seguir sola hasta Deia donde piensa retirarse y seguimos después de comprobar que lleva móvil.

 

uando llegamos a Sóller en el km 66 nos espera otra desagradable sorpresa, en este punto se encuentra el avituallamiento con pasta y arroz para afrontar la dura subida que se avecina, pero nos encontramos que pese a entrar de nuevo en tiempo sólo nos esperan las sobras, un poco de plátano y dulces, pero nada de comida más contundente. Algunos corredores protestan y con razón, porque la inscripción nos ha costado lo mismo a todos y no es precisamente muy barata para que nos escatimen ahora un poco de comida tan necesaria a estas alturas. Yo me limito a salivar como un perro en uno de los experimentos de Pavlov y a sentarme en una silla un rato, no se si con más cara de incrédulo que de hambre.

 

Ahora nos esperan dos subidas que nos llevarán hasta el techo de la carrera, situado en los 1.200 metros. La primera de ellas con unos interminables escalones que van ascendiendo por un espectacular camino de piedra hasta un embalse. En la última gran subida, las fuerzas ya empezaban a flaquear un poco. Cuando llegamos arriba vemos un helicóptero de la Guardia Civil, que suponemos que viene a rescatar a una chica que hay tumbada en una piedra. Nos quedan 10 km de bajada hasta el siguiente punto de control que hacemos bastante rápido para llegar en tiempo.

 

Empezamos el último tramo y la segunda noche se nos echa encima y de nuevo hay que tirar de frontal. Javier tiene los pies destrozados, hace horas que escucho sus quejidos en cada pisada. Es su primera ultra y esta pagando el error de no llevar una talla más de zapatillas, por lo que en las bajadas los dedos le rozan en la puntera. De repente nos damos cuenta de que nos quedan unos 10 km y poco más de una hora para hacerlos, así que apretamos como locos, corriendo a un ritmo bastante por encima de lo que podemos a estas alturas, pero no hemos venido hasta aquí para rendirnos en el último momento, nos mueve el orgullo y el dedicarlo a seres queridos que hemos perdido recientemente.

 

Javier me pide una tregua, no puede más, pero no tenemos tiempo, le aprieto, le motivo con toda mi artillería, hasta que veo que va a reventar y nos ponemos a andar, Antonio se aleja un poco. Se que yo si puedo entrar en tiempo, pero no quiero hacerlo solo, hemos llegado hasta aquí los dos y vamos a entrar cuando sea, pero juntos.

 

Tras un rato andando un coche se sitúa a nuestra altura y nos dice que quedan 5 km y media hora, que o corremos o no llegamos. Javier se pone a correr, parece que se ha recuperado, finalmente entramos en Pollensa a un ritmo frenético, de repente ante la proximidad de la meta el cansancio se desvanece. Tenemos que rectificar varias veces porque no estaba muy claro por donde ir y en un cruce nos reagrupamos con Antonio, conseguimos llegar al Polideportivo donde se sitúa la meta, el reloj esta orientado al público, por lo que los corredores no podemos verlo. Le cojo la mano a Javier y entramos juntos con 23 horas y 49 mitos, tan sólo 11 minutos antes del cierre.